9/4/08

Koszalin



Cerca de Koszalin. En la pequeña ciudad costera de Kolobrzeg. Angosta y fea, sin huellas de humanidad más que en la demacrada fealdad de las ropas, edificios, playas desiertas y asquerosamente grises, puertos y zonas industriales en un furtivo contexto posindustrial.

Qué bella era aquella mañana. Qué bello el rasgo de tu mirada en un páramo helado. Parece que hace años...y los tengo, auqnue no los haga.

El taxi viró, casi matamos al abuelo que cargaba chatarra y caminaba lento por la cuneta embarrada; y nos dejó allí. Tú reías, sonreías, porque sabías que el páramo era atractivo para mí, porque sabes que me gusta la desolación honesta, porque apenas musitándonos el uno al otro a través de miradas, conoces la esencia misma de mi personalidad: eso me sorprendió, mejor, me conmovió.

Los ratos y las verdes praderas, más adentro, el mar que no huele a mar sino a frío, porque nada huele demasiado envuelto en este frío...

La penúltima vez de Polonia estuvo bien; sentía amor; tuve mala suerte, el clima, aunque no dejo de echar de menos cosas sueltas, días casi enteros, momentos y miradas. La última vez ha sido más sana, por decir algo. Más fácil. No mejor, sólo más fácil.

Un saludo

Black Dog is thinking about you

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